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Hoy tuvimos la oportunidad de ver uno de los grandes títulos de la temporada de #musicales de este año en #Madrid: Charlie y la fábrica de chocolate. Este espectáculo inició recientemente su gira por el país y en concreto hizo parada estos primeros días de noviembre en #Gijón.
El teatro de la Laboral se llenó de público de todas las edades en la sesión matinal del domingo para disfrutar de esta obra basada en la conocidísima novela de Roald Dahl. A lo largo de dos horas y media de representación, lo cual, a mí parecer, fue una duración algo excesiva teniendo en cuenta que se trata de un musical bastante orientado al público infantil y juvenil, la compañía LetsGo narró la aventura del joven Charlie Bucket y otros cuatro niños que viajan a la Fábrica de Chocolate de Willy Wonka tras obtener un billete dorado.
A pesar de tratarse de una producción financiada por Reale Seguros se podían apreciar grandes carencias en la dirección actoral y musical. Estando ubicados en la fila dos del patio de butacas apenas podíamos escuchar a los actores, quienes por cierto, salvo contadas excepciones, tenían dificultades para cantar y para vocalizar.
El personaje principal, Charlie, estaba encarnado por un niño que, por desgracia, no estaba en el punto de madurez para defender un personaje protagonista. A pesar de tener experiencia en cine considero que el teatro y, en especial, el teatro musical requiere una formación técnica de la que el joven no disponía o no supo defender. Salvando las distancias, quizás lo más decepcionante ha sido ver que el resto de infantes de la historia (Augustus Gloop, Violet Beauregarde, Mike Teavee...) eran encarnados por adultos caricaturescos. No sabía si estaba viendo un musical o un espectáculo circense. Los guiños a la actualidad, como el Netflix o el WhatsApp, no ayudaban a mantenerse en línea con el espíritu de la obra original.
Mención aparte para los Oompa-Loompas. Su aparición es uno de los aspectos más ansiados de este musical y resulta muy decepcionante ver cómo han decidido presentarlos ante el público. Adjunto imagen del efecto visual que parece ser recurrente a la hora de interpretar este musical.
Por destacar algo positivo de la representación, la escenografía y los decorados no estaban nada mal, aunque se pudieron apreciar varios fallos como una actriz que se tropezó con el decorado móvil, el efecto de Augustus en el conducto del chocolate que fue poco creíble y el momento de Violet llenándose de zumo de arándanos. Fueron de mi agrado la escena de las ardillas, el ascensor de cristal y la Wonka Televisión. En general, con ciertos arreglos, podrían solucionar estas leves deficiencias. Considero que la escena del desmembramiento de Veruca Salt no es apropiada para los niños/as al ser excesivamente explícita, por ejemplo.
En definitiva no se ha tratado de un espectáculo a la altura de una producción profesional. Si yo formase parte de la compañía, hubiese utilizado el marketing olfativo desde el principio, creando una experiencia inmersiva con aroma a cacao y chocolate desde que el público pone un pie en el teatro. Ahí dejo la idea. ¡Gracias por leernos! 💚
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