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Foto del escritorCovadonga Gil

`Maixabel´: La elegancia de la barbarie

Actualizado: 30 nov 2021


El Teatro Jovellanos de Gijón se inundó de aplausos en dos momentos en la noche del sábado. La primera vez fue al ver a Iciar Bollaín, una mujer referente en dirección cinematográfica en nuestro país, recoger el Premio Mujer de Cine 2021 del Festival Internacional de Cine de Gijón. Agradecida y conmovida, dedicaba unas palabras al público gijonés momentos antes de la proyección de su última película, Maixabel, que una vez llegaba a su fin, y con los créditos aún en pantalla, recibía los aplausos y vítores de todos los allí presentes.


Personalmente Maixabel superó con creces mis mejores expectativas. Blanca Portillo y Luis Tosar encabezan el reparto de esta historia basada en hechos reales en la que una mujer, Maixabel Lasa, se reúne, en el marco de los encuentros restaurativos acontecidos en el año 2011, con los etarras que asesinaron a su marido. Portillo y Tosar no defraudan. Ambos cuentan con dos grandes carreras actorales a sus espaldas y aun así consiguen que empatices, que olvides que realmente no son ellos quienes protagonizaron los hechos de esta historia, y es precisamente ese trabajo de mimetización, lo que los convierte en dos grandes artistas.


No dudo en decir que Maixabel será altamente reconocida en próximos palmarés como los Goya o los Forqué, e incluso, me atrevo a vaticinar que María Cerezuela resultará nominada al Premio Goya a “Mejor Actriz de Reparto” o “Actriz Revelación” por su papel en esta película. Su interpretación de una hija rota, ese grito desgarrador cuando entiende, solo con una mirada, que jamás volverá a ver a su padre, la convierte en firme candidata para alzarse con uno de estos reconocimientos.


En los instantes previos a la proyección del film, Bollaín era elogiada por su elegancia en el tratamiento narrativo y visual del horror de ETA, que por otra parte, ha sido ya retratado en incontables ocasiones tanto en la pequeña como en la gran pantalla. Coincido plenamente con este halago. No hace apología del dolor ni del odio. Se salta todo el morbo y se centra en algo que creo que es sencillo de comprender, compartir y sentir por todos: la empatía. Ese sentimiento que nos ayuda a ponernos en la piel del otro. Gracias a esa cualidad, que Bollaín utiliza tan bien en su película, conseguimos sentir la frustración, la culpa y la vergüenza de Ibon (Luis Tosar) cuando es consciente de que mató en nombre de una organización que ni importa ni importó; la desesperanza y el miedo de María (María Cerezuela), que con 19 años pierde a un padre y que teme cada día por su madre; y también el coraje y la genuina capacidad de perdonar de Maixabel (Blanca Portillo), que busca una explicación y reúne la valentía para mirar a los ojos a los hombres que no sólo segaron la vida de su marido, sino que cambiaron para siempre la suya y la de su hija.


Este respeto por la memoria colectiva, sin perder tampoco de vista lo crudo de los hechos, se refleja también en detalles de realización como la música, que no busca reconcomer al espectador; la representación sonora de los atentados, sin mostrar así ni un cuerpo, ni un escombro ni una gota de sangre y, como elemento a destacar, el uso de la oscuridad en la imagen en momentos concretos de la película: cuando su marido es asesinado; cuando ella está en casa secándose el pelo y escucha el incesante sonido del teléfono, y cuando recibe la peor de las noticias en ese pasillo del hospital, en todos estos planos, su marido y ella se encuentran en una esquina en el lado izquierdo de la imagen, mientras que el lado derecho ocupa casi todo el encuadre y se denota una mayor oscuridad, como si la tragedia ganase protagonismo en dichos momentos del relato, sumiéndolos en profunda oscuridad.


¡Muchas gracias por haber llegado hasta aquí y espero que la crítica os haya dado ganas de ver #Maixabel! ¡Nos vemos en las salas!



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