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Este artículo sí contiene spoilers al tratarse de una crítica de opinión
El segundo día de proyecciones del Festival Internacional de Cine de Gijón (#FICX) nos dejó un sabor agridulce. El domingo 19 tuvimos la oportunidad de visionar "La zona de interés", la candidata británica a los premios #Óscars 2024.
Siempre es un placer ver las colas enormes que se forman al acceder al Teatro Jovellanos. Cada noviembre la ciudad de #Gijón palpita a ritmo de cine y sus salas se ven repletas de público entusiasta de películas diferentes. Esa misma estampa se repetía ayer para ver la nueva película de Jonathan Glazer, una coproducción británico-polaca que a su vez adapta con cierta libertad creativa la novela del recientemente fallecido Martin Amis.
En el film, el comandante del campo de exterminio de Auschwitz, Rudolf Höss, y su esposa Hedwig, se esfuerzan por construir una vida de ensueño para su familia en una casa y un jardín junto al campo. Toda la película busca y consigue su objetivo: mostrar la normalización de la barbarie (pero sin banalizarla).
Es éste contraste entre la pura felicidad de la familia y los horribles sonidos que emanan tras los muros del campo el que consigue revolver las tripas del espectador, haciéndole reflexionar sobre lo sencillo que resulta en ocasiones vivir ajeno al horror.
La cinta destaca por su dirección de fotografía con varios planos muy bien construidos y que se quedan grabados en la retina. Sin embargo, por otro lado, el ritmo es bastante lento lo cual puede resultar tedioso para la audiencia. Desconozco y no he sido capaz de apreciar el valor de alrededor de cinco minutos iniciales de metraje basados en una pantalla monocromática en la cual no ocurre nada a nivel visual, simplemente el incómodo silencio de un público desconcertado y una melodía incómoda.
Son este tipo de decisiones, más fruto de un deseo de destacar entre la multitud que de un sentido lógico en la historia, las que rompen con el idilio de una relación espectador-relato duradera y positiva.
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