Premios Princesa de Asturias 2023
18 de octubre de 2023. Una fecha que de ahora en adelante me será difícil olvidar. Una jornada que recordaré como el día que tuve el placer de ver a Meryl Streep en Oviedo. Con motivo de los Premios Princesa de Asturias 2023, la actriz visitó la capital del Principado para recoger su galardón como Premio Princesa de las Artes.
No hay palabras que alcancen a definir el talento de una actriz que, a sus setenta y cinco años, lo ha hecho todo. Teatro, musical, cine, series...Cualquier intérprete en potencia conoce su nombre y su trayectoria y debería situarla entre sus referentes. Meryl puso un pie en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Oviedo y el público, formado por más de 2.000 fans, estalló en aplausos y vítores. Ella, en su tan auténtica naturalidad, valga la redundancia, se tapaba el rostro con las manos en clara muestra de vergüenza ante tal recibimiento, para justo después confesarle a su confidente esa tarde, el también inigualable Antonio Banderas, que se sentía “como Taylor Swift”, otro ídolo de masas.
No es fácil que, tras más de hora y media de conversación entre ambos, el público recuerde todos los detalles. Sin embargo, por su elegancia y su forma de expresarse, Meryl consigue que su mensaje cale bien hondo y hoy pueda contaros algunas de sus reflexiones más impactantes.
“Las niñas no se identifican con Wendy o Campanilla; lo hacen con Peter Pan”
El feminismo estuvo muy presente en la conversación. No en vano, Meryl Streep ha trabajado en cine durante muchos años y ha visto cómo la gran pantalla ha ido avanzando y retrocediendo en determinados temas sociales. Banderas le preguntaba por su opinión acerca de la responsabilidad de los actores a la hora de interpretar papeles que perpetúan estereotipos, y Meryl, tras varios suspiros, confesaba que no cree que las decisiones de los estudios sean “por amor al arte”, sino que siempre subyace la idea de ganar más dinero.
Por ejemplo, la creciente conciencia racial en la industria del cine, en palabras de Streep, no nace de una “vocación genuina por redimir errores del pasado” sino porque los “jefes” de Hollywood han detectado que es lo que el público quiere (y necesita) ahora y por lo que está dispuesto a pagar. Si Meryl dominase el español, quizás habría citado a Quevedo y a su “poderoso caballero es don Dinero”.
También hubo ocasión para charlar sobre algunas de sus películas, como “Los Puentes de Madison” o el “Diablo viste de Prada”. Sobre la primera, Meryl respondía a la pregunta del público “¿qué decisión de un personaje cambiarías?” y ella, riendo, afirmaba que mucha gente querría que se hubiese bajado de la camioneta para correr a los brazos de Clint Eastwood. Todo el auditorio comenzaba a aplaudir.
En el caso del “Diablo viste de Prada”, Streep reflexionaba de nuevo sobre el Hollywood actual, apoyándose en una anécdota que la audiencia allí presente agradeció. Para Meryl, el éxito de esa película fue que los hombres se habían sentido identificados con su personaje, una cruel pero poderosa empresaria, con el peso de toda una industria sobre sus hombros. Meryl aseguraba que no es fácil que los hombres se sientan reflejados en un personaje femenino, mientras que las mujeres sí hemos crecido sintiéndonos identificadas son roles masculinos, como por ejemplo, Peter Pan. ¿Qué niña va a querer identificarse con Wendy o Campanilla? Es natural que en la infancia te sientas atraído por los personajes protagonistas, los que acaparan la acción, los interesantes.
“Una trayectoria en cine debe construirse en síes”
Para cerrar el encuentro, muy a mi pesar, puesto que estuve absorta de la realidad (y del móvil, que falta me hace de vez en cuando), Meryl respondía a la pregunta “¿qué consejo te han dado en la vida, que le darías al resto?”. Para ella, una fructífera carrera en la actuación y, en realidad, en cualquier ámbito, debía basarse en decir “sí”, apoyándose en la regla básica del teatro de improvisación.
Y sí es lo que yo diría ahora para responder a la pregunta “¿Te gustó el encuentro de ayer?” y “Meryl Streep” será mi respuesta a partir de ahora al tan clásico interrogante “Si pudieses elegir a cualquier persona, viva o muerta, para compartir una comida y charlar, ¿a quién elegirías?.
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