El pasado fin de semana volvió a #Gijón El Circo de los Horrores. En esta ocasión, Lucifer (“el puto amo”) nos abrió las puertas del averno, invitándonos a su peculiar #Bacanal. Así que pequé una vez más, y fui a verlo. Pero no, no tengan miedo, no les voy a contar el argumento. Lo que pasa en el Infierno, se queda en el Infierno.
El nuevo montaje circense lleva como hilo conductor un banquete de lujuria a modo de cabaré y sus secuelas. Una función en el que #teatro, circo, #danza y música se unen para el disfrute del espectador.
El resultado es algo más que correcto, a pesar de la disminución de números y artistas presentes en el escenario (está claro que los efectos de la pandemia aún nos persiguen), y del aumento de las escenas de humor con sal gorda (a costa del propio espectador). No obstante, hay que remarcar un incremento de la calidad de la música en directo y de la coreografía.
Esto casi compensa la menor originalidad de la nueva propuesta de El Circo de los Horrores: se advierte un reaprovechamiento de decorados y números procedentes de anteriores montajes (especialmente Cabaret Maldito).
En fin, las casi tres horas del #espectáculo se pasan tan rápido como siempre, y los acróbatas no dejan de sorprendernos (incluido mensaje profundo de superación). Así que, si alguna vez tenéis la ocasión, es recomendable que os dejéis seducir por la proposición indecente que nos vuelve a hacer Suso Silva.
Podéis ver el teaser del nuevo #show aquí
¿Preparados para vender vuestra alma por vuestro deseo más oscuro?
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